viernes, 9 de octubre de 2009

LOS HUEVOS DE SCIOLI

*Por Fabián Rodríguez Simón

Cuando parecía que la estrategia de campaña del kirchnerismo en la Provincia de Buenos Aires, basada en las chicanas más desvergonzadas (el Narváez trucho, las candidaturas “eventualmente” testimoniales, el impúdico apriete a los candidatos testimoniales poco dispuestos, la proscripción judicial de candidatas de la Unión – Pro y la misteriosa desaparición de listas de ésta misma fuerza, la sospechosa habilitación de la candidatura del convicto torturador Patti, las operaciones de los servicios de inteligencia como el affaire de la efedrina, etc …) y en el reparto entre intendentes "amigos" de los fondos rapiñados a las AFJP no alcanzaba para impedir el inminente desastre, surgió de improviso, del riñón mismo del kirchnerismo bonaerense, una figura de heroicas dimensiones cuyo coraje puede llegar a modificar el resultado electoral.

Se trata del gobernador Daniel Scioli, quien luego de ser cobardemente atacado, al recorrer la localidad de Lobería el pasado 28 de mayo, por una “banda fascista” integrada por tres chacareros fuertemente armados con huevos, naranjas y alguna otra legumbre en mal estado de conservación, anunció públicamente que el atentado no lo había intimidado y que sólo que lo asesinaran le impediría continuar su gestión de gobierno y respaldando sus declaraciones con hechos, una semana después, el miércoles 3 de junio, volvió al lugar.

Es cierto que en su primera visita a Lobería la situación pareció superar a Scioli y sus acompañantes, ya que el acto de entrega de patrulleros y otros equipos a la Intendencia local sólo duró quince desprolijos minutos transcurridos los cuales el gobernador y su comitiva se apresuraron en dejar el lugar a bordo de un helicóptero policial. Pero dicha fuga, que en absoluto recordó la caída del ex presidente Fernando De la Rúa, fue sólo un repliegue táctico y ocurrió luego de que el aparato de seguridad de Scioli – apenas unos cientos de custodios y policías federales y provinciales – se viera desbordado por el trío de chacareros y que un par de huevos cayeran a unas pocas decenas de metros de los funcionarios kirchneristas. Y en cuanto recuperó la serenidad y el aliento, el gobernador Scioli desde su refugio de La Plata, demostró su temple de varón cabal y macho argentino, advirtiendo: “Me van a tener que pegar un tiro en la cabeza para que deje de trabajar”. Incluso, haciendo gala de una fina ironía, aconsejó a sus imaginarios atacantes “pero apunten bien y no me dejen herido”.

Más allá de la mala puntería con la que los huevos fueron arrojados, la profesionalidad de la “banda fascista” de Lobería sorprendió al mandatario bonaerense y a sus expertos en seguridad con la guardia baja, ya que la Gobernación no cuenta con dispositivos de defensa ni blindajes adecuados para proyectiles de última tecnología como huevos y naranjas. Para mayor preocupación circulan versiones, aportadas por los servicios de inteligencia de países hermanos, de que otros conspiradores financiados por el ruralismo macrista contarían con morteros lanzadores de huevos y ovomisiles, de allí la desafiante referencia de Scioli : “… van a tener que derribar el avión para que no llegue”. Demuestra el grado de sofisticación y peligrosidad de los chacareros sediciosos, así como la premeditación e impunidad con la que actúan, la circunstancia de que ni el lanzamiento de huevos en las cercanías de donde se encuentra el Señor Gobernador de la Provincia de Buenos Aires y Candidato a Eventual Diputado Nacional ni las exteriorización de críticas a su gestión y de rechazo al modelo kirchnerista se hallen reprimidos penalmente y para colmo cuenten con la protección de ciertas garantías constitucionales todavía vigentes, como la de libertad de expresión (para justificar la detención de los agresores de Lobería, la policía provincial debió forzar el alcance de una contravención).

La evidente espontaneidad del gallardo gesto del gobernador Scioli, de hacer la pata ancha ante las amenazas y eventuales atentados con huevos en mal estado, pese a los angustiados ruegos de su familia, disipa cualquier rumor de oportunismo o victimización y redime al paladín bonaerense de su genuflexión ante el matrimonio K y del desastroso resultado de su administración.

Pese a que la plana mayor del kirchnerismo festejó la reacción del gobernador compadrito, hubo ciertos pasajes en sus declaraciones públicas cuya abierta alusión a Guillermo Moreno, Luis D´Elía y demás batatas esKrachantes (“ … hay que desenmascarar a los que empezaron con éstos métodos ...”) provocó desconcierto.

La indómita bravura del mandatario provincial tuvo también amplia repercusión en el exterior, y en círculos diplomáticos se comenta que Hugo Chavez estaría considerando otorgarle la Orden del Papagayo Tropical mientras que Fidel Castro, visiblemente conmovido por su valentía y arrojo, habría mojado sus pañales al enterarse.

Todos los argentinos, independientemente de las simpatías políticas que profesemos, debemos valorar adecuadamente la actitud del candidato kirchnerista y tenerla en cuenta al momento de votar.

Sólo queda recordar a Scioli, que en su doble carácter de Gobernador de la Provincia de Buenos Aires y Candidato a Eventual Diputado Nacional tiene responsabilidades institucionales contraídas y eventualmente a contraer con quienes lo eligieron y eventualmente lo elijan, de manera que debe ser cuidadoso y prudente en su comportamiento y manifestaciones, controlando su ardiente e intrépido temperamento, ya que como advertía el general Perón, “Del ridículo es del único lugar del que jamás se vuelve”

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